Como siempre, el trabajo, las obligaciones y los compromisos te mantienen alejado de las pasiones, y en especial en poder compartirlas. Hace demasiado tiempo que no comparto con vosotros alguna entrada, una pequeña actividad, pero creo que acabo de encontrar la perfecta conjunción entre pasión y deber.
Hoy voy a hablaros de un proyecto excepcional, la reserva Campanarios de Azaba y el proyecto Rewilding Europe.
En los enlaces podréis encontrar toda la información que necesitéis, muy completa e interesante, pero en lo que a mi atañe voy a centrarme en un proyecto interesante y novedoso, la colaboración de la Fundación Naturaleza y Hombre, gestores de la reserva Campanarios de Azaba, y AEFONA, asociación de fotografía íntimamente relacionada con la preservación de la naturaleza a la que pertenezco.
Como suele ocurrir, la preservación de la naturaleza suele ir ligada a su viabilidad económica, dos conceptos que no siempre casan bien pero que a día de hoy son una realidad incontestable. En una búsqueda del necesario equilibrio la Fundación Naturaleza y Hombre buscó rentabilizar la riqueza natural de su reserva, pero a través de personas que estuviesen estrechamente relacionadas con su conservación y promoviesen un código ético de actuación en el medio natural absolutamente respetuoso, y entonces se encontraron intereses comunes, los de AEFONA y la Fundación.
En la reserva se han instalado una serie de «hides» para la observación de aves, mamíferos e incluso galápagos y anfibios. Estos «hides» estarán disponibles en exclusiva para AEFONA a un precio excepcional, incluido un descuento especial para el alojamiento, ya de por sí a buen precio.
Desde estos «hides» dotados de cristal espía, hasta yo, que es la primera vez que hago fotos de aves, he podido hacer alguna foto digna.
Realmente he disfrutado la posibilidad de probar estos «hides» y de compartir con buenos amigos nuestra común afición. Pero esto no es, ni de lejos, lo mejor que puede ofrecer la reserva Campanarios de Azaba, para mi lo mejor ha sido el trato excelente, excelentísimo, de las personas que allí desarrollan su trabajo, desde su gestor, pasando por la cocinera (!que cocinera!) y por los guardas y trabajadores, cada cual más comprometido con la reserva y la conservación de la naturaleza. Y por supuesto, nadie debe olvidar los excelentes andares de los cerdos de bellota, ¡ecológicos!, que habitan por estos lares, y de los que me he traído unas muestras.